con Alejandro Fernández Bruña

— Buenos días, Enrique. Le agradezco que haya venido a pesar de las circunstancias. Espero que se esté recuperando del ataque de Montano de ayer

— Casi no lo cuento. Todo pasó porque mi mujer me dijo que apuntara lo que faltara en la lista de la compra. Pero cuando la leí, sentí que ya estaba todo escrito. Ahí empezó de nuevo mi vieja enfermedad literaria. Minutos después ya había renunciado a la escritura, una vez más. ¿Qué iba a añadir yo a lo que había escrito en la lista? La Biblioteca estaba llena, no cabía ni un libro más. Ya había previsto todo: la escasez de lácteos, los antojos del fin de semana… Las horas durante las que no escribí se me hicieron eternas, pero finalmente acabé escribiendo una lista de la compra sobre cómo comprar

— Veo que tiene ‘tendencia a actuar como una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propondrá más tarde salir’

— ‘Nada tranquiliza tanto como una máscara’

— Dos máscaras. En cualquier caso,

— Uno de un asesino en serie

— Como iba diciendo,

— Todo está dicho, ‘nunca existió la originalidad, todo es circulación, transmisión y repetición de ideas ajenas desde el origen de los tiempos’. ‘Todo es falso, pero no sé cómo demostrarlo’

— Esto va a ser difícil. Gracias por acudir a la cita

— Es una de mis favoritas, suelo acudir a ella. Aunque creo que prefiero la que dice que ‘es imposible fingir que se ama sin transformarse ya en amante’

Esta bruma insensata, el título de su última novela, nos hace asociar su postura a la del apocalíptico que, ante la indefinición del panorama actual, califica de insensata, de gratuita, de no tener razón de ser a una bruma posmoderna que, en sus palabras, ‘impedía ver lo que era real’; en lugar de contemplar esa bruma como un pequeño Aleph

— Yo ya he vivido el apocalipsis

—¿Y por qué no se quedó allí?

— ‘Si sigue en plan irónico, no pienso responder nada más’

— ‘Pero antes me ha dicho que la ironía es un rasgo literario que…’

— ‘Sí, pero usted no es una novela’

— ¿Por qué en esta novela cita a autores como Anthony Burguess, Banksy, Wallace Stevens o James Caven, entre otros, y deja atrás su antiguo paseo de la fama de escritores? Por ejemplo, Thomas Mann, Robert Walser, Ernest Hemingway, ídolo de su juventud, o Mallarmé y Rimbaud, que para usted simbolizaban dos estirpes opuestas de artistas, el sedentario y el nómada…

— ‘Porque me acusaron de haberme concentrado en una élite de escritores y haber dejado fuera todo lo demás’

— En vistas de sus últimos personajes, bien como hokusai (‘proveedor de citas’) o como Bastian Schneider, ¿podría ser que usted escriba para que algún día en el futuro se dedique únicamente a citarse a sí mismo?

— Ya me dedico actualmente a eso. ‘Soy incapaz de citar algo que no sean mis propias palabras, quienquiera que las haya dicho’. ‘Llevo toda mi vida construyendo mi imagen con rasgos ajenos’. Soy el último intertextual, una ‘cita viviente’.

—¿Qué intenta demostrar con ese exhibicionismo intelectual?

— Intento mostrar con inteligencia ‘el peso inmenso de toda la charlatanería del mundo, todo el carácter escandaloso y banal, inmensamente elocuente en su imbecilidad general, de la infinita locuacidad de todos los tiempos’. Pero también ‘como artista citador tomo en todo momento como punto de partida aquello que hubiera representado un logro, un interesante hallazgo para nuestros predecesores. Parecía estúpido tirar por la borda los grandes hallazgos del pasado’

— ¿Cree que los escritores de ahora escriben sin mirar atrás, inconscientes de esos hallazgos, o que directamente lo hacen con los ojos cerrados?

— Creo que no saben a dónde mirar. Y si tienen qué mirar, no sabrán cómo hacerlo. Para ellos, ‘entender es una condena’.  ‘Nunca será una duda la que les haga

enloquecer, sino más bien una certeza, cualquier certeza’

— Quizás necesiten negar el pasado para afirmar su identidad…

— Entonces les recordaría que ‘lo anticuado siempre fue antes rupturista’ y que no es una cuestión de esencia sino de perspectiva

— cuando el narrador dice que escribe ‘desde la media luz de esta mañana eterna, sintiéndose uno ya de vuelta de todo’, o que escribe ‘desde esta luz irreal, como si uno estuviera en el paraíso’, ¿es su voz la que habla para distanciarse de los hechos narrados y ordenarlos fríamente?

— En el relato ‘la espera que sufre el narrador prevalece sobre los acontecimientos que narra, lo que sirve como pretexto para el desplazamiento de la temporalidad: el tiempo se expande y alarga a través del sistema de sucesión de expectativas que, al verse interrumpidas por otras nuevas expectativas, dan paso a nuevos comienzos y nuevas esperas, y así hasta el final del relato, que coincide con el final de la primera expectativa y el comienzo de una nueva espera, que a su vez parece abrir nuevas expectativas’

— En la novela establece una oposición entre dos tipos conciencia literaria: la que desea tener fe en la escritura y la que prefiere inclinarse por el desprecio y la radical renuncia’. ¿Dónde se posicionaría?

— ‘Cómo conservar mi fe en la literatura en una época en la que la Red, como un tratado de antropología global, lo sabe todo de nosotros y suplanta a los escritores en su tarea’

— @Oblomov quiere saber ‘qué es lo que le inspira para escribir’

— En la línea de Perec, me interesa ‘lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo infraordinario, lo mínimo, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes’

— En París no se acaba nunca, @Anagrama dice que dijo que ‘escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos’. ‘¿Se refiere a escribir desde la negación de uno mismo y desde ese descreimiento hacia la literatura?’

— Ahora diría que escribir es ‘justificarse sin que nadie te lo pida’, lo que es muy absurdo si lo piensa. Pero si me lo preguntara mañana le respondería otra cosa seguramente

— ¿Y cuánto tiempo le dedica a justificarse?

— ‘Necesito tanto tiempo para no hacer nada que no me queda tiempo para trabajar’

— @Bartleby a través de Twitter te lanza la siguiente pregunta. ‘Los críticos siempre están analizando al detalle tu obra y deduciendo tu personalidad de tus textos. ¿Cómo te definirías tú?’

— ‘Uno nunca sabe quién es. Son los demás los que le dicen a uno quién y qué es. Te explican tantas veces quién eres y de formas tan distintas, que al final uno acaba por no saber en absoluto quién es. Todos dicen de ti algo diferente. Incluso uno mismo está siempre cambiando de opiniones. Si a eso añadimos a que uno se esfuerza por sorprender a otros siendo varias personas al mismo tiempo, lo que en verdad acaba sucediendo es que terminamos no teniendo ni la menor noción de quiénes somos o podríamos haber sido’.

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