por Alejandro Fernández Bruña

En este documental, producido y emitido por RTVE en 2013[1], se plantea una distinción entre el narrador omnisciente decimonónico más puramente realista (con el que la escritora no se siente identificada) y el narrador parcial moderno más subjetivo (punto de vista que, declara la autora, se siente cómoda al asumir): pero este narrador que describe Puértolas correspondería al narrador del siglo XX, no al del XXI.
La imagen empleada para representar el punto de vista del narrador omnisciente (3ª persona) resulta evidente: es una fotografía panorámica, que abarca la totalidad del paisaje y que permite ver cada rincón del mundo. Este tipo de emisor se podría identificar con un Dios que lo sabe todo, que está en todos lados simultáneamente viendo a todos los personajes actuar y que registra o selecciona más o menos intencionadamente (aunque aparentando objetividad por lo general) los datos de la realidad representada.
Ahora bien, es importante reseñar que este tipo de narrador no suele tener acceso al interior de los personajes, sino solo a la manifestación de su psicología. Es decir, que el narrador registra los actos de los protagonistas y regresivamente los interpreta de acuerdo al código social / individual de valores de la época: el narrador omnisciente parte del exterior, de lo visible, de lo tangible.
En cambio, el narrador subjetivo (1ª persona), que surge por oposición -en gran medida- a la novela decimonónica realista y a su espejo[2], ofrece su punto de vista desde dentro: no observa la sociedad a vista de pájaro sino a pie de calle; no describe los actos exógenos sino los pensamientos, miedos y tensiones internas; no quiere fotografiar al mundo, intenta pintarlo a través de su filtro. No quiere representarlo, quiere inventarlo: solo vemos lo que nuestra vista encierra para nosotros, no lo que el mundo nos tiene reservado a todos por igual.
Ahora bien, el ‘narrador del siglo XXI’ (en la clasificación de Jameson equivaldría a la categoría de ‘pastiche posmoderno’ propia del capitalismo multinacional) no se identificaría con la imagen elegida para representar la voz en primera persona en el documental. En la fotografía, aparece la escritora en su contexto, analizando (o imaginándose) su realidad más inmediata o circunstancial (ya no podemos hablar de totalidad omnisciente, sino de parcelas). Pero esta imagen correspondería a un narrador que estaría a caballo entre el omnisciente realista y el puramente subjetivo, pues se incluye la presencia de la autora y lo que la rodea: se sigue distinguiendo entre Autor y Público. Y ahí es hasta donde llega la modernidad, no da un paso más: sigue insistiendo en que hay una persona seleccionando la información para el colectivo, por lo que no pueden ser iguales por no tener acceso a la misma información (o intencionalidad de selección de la misma). Esta visión equivaldría a la abstracción moderna (Jameson).
A mi juicio, para que la imagen representara el tipo de narrador actual, ésta debería ser una fotografía de lo que está viendo en ese momento la escritora. No debería aparecer ella, porque únicamente a través de sus ojos ya estaríamos viendo como ella: tendríamos acceso a la misma información: lo que ambos vemos, no lo que solo ella ve y nos comunica.
Esto mismo hizo Orson Welles cuando, en su primer corto, que no llegó a filmar nunca por negativas de la RKO, adaptó El corazón de las tinieblas de Conrad al punto de vista de Marlow, uno de sus personajes, eliminando la voz general del narrador y sustituyéndola por una voz personal. El espectador vería desde los ojos del protagonista, y solo vería al actor si éste se reflejaba en algún cristal o espejo, pero por lo demás su figura queda desdibujada: sus actos y sus pensamientos, la forma y el contenido, la realidad y la ficción, lo interno y lo externo, lo objetivo y lo subjetivo… se funden y confunden.
[1] Tanto el medio de comunicación como el año de publicación son hechos significativos: el primero, por la ideología o las fronteras de ésta que subyacen y limitan al documental; el segundo, porque demuestra la falta de información reciente (no se sabe si de la autora o el medio).
[2] Espejo que todo igualaba al estar éste quieto, justo al contrario de lo que sucederá con la llegada de la vanguardia y, en concreto de Huidobro y su Espejo de agua: éste debía estar en movimiento.

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