por Sergio López Alonso
- Introducción
La Biblia de san Luis, custodiada en la Catedral de Toledo es uno de los ejemplos de biblia moralizada, se ha tenido en estima a lo largo de la historia por encima de otras biblias de su misma tipología por su inestimable valor y belleza artística. León de Rosmithal de Blatna en su viaje por Europa visitó Toledo durante el reinado de Enrique IV y pudo contemplar la Biblia con sus propios ojos y describirla como “la más bella Biblia, según creo, de toda la Cristiandad”. Similar apreciación haría Hieronymus Münzer años después, durante el reinado de los Reyes Católicos, que también la pudo observar a su paso por Toledo y mencionó: “Creo en el mundo no haya una Biblia igual”. Ante estos apelativos, que mejor elección que la Biblia de san Luis para analizar desde el punto de vista literario el papel y función de las biblias moralizadas en la Edad Media.
- Ambiente literario y cultural religioso
El siglo XIII parece ser considerado como la cima de los tiempos medievales para el aspecto cultural, esa sensación de despunte y plenitud tras las recuperaciones culturales en los siglos XI y XII, dan lugar a una explosión cultural en el siglo XIII, con la incorporación y asimilación del aristotelismo en el seno de la cultura escolástica (no sin oposición y polémica), así como la consolidación y profundización de los estudios universitarios.
El papa Inocencio III (1198-1216) quiere llevar a cabo la reforma de la Iglesia iniciada por Gregorio VII (1073-1085), celebró el IV Concilio de Letrán en 1215, marca, hasta cierto punto, el apogeo de la cristianización de occidente.
Uno de los conflictos que se trató en el IV Concilio de Letrán fue la situación de los judíos, a quienes Inocencio III les concedió hasta cierto punto un espacio libre y protegido entre los cristianos, prohibiendo al mismo tiempo conversiones y bautismos forzados, pero les fueron limitados muchas actividades judías y fueron obligados a ponerse un signo que les distinguiera públicamente de los cristianos, todo esto dentro del marco en el que durante el siglos XII y continuado en el siglo XIII se realizaron muchos tratados cristianos antijudíos.
Las controversias en la Universidad de París relacionadas con el nuevo pensamiento surgido de las traducciones de las obras aristotélicas fueron otro de los puntos más calientes dentro del debate cultura de la época. Se formaron dos tendencias entre los teólogos, una que buscaba solucionar los problemas integrando la nueva ciencia en la teología tradicional, mientras que la otra corriente quería conservar la identidad cristiana rechazando todo contacto con la nueva ciencia.
Esto dio paso a las primeras prohibiciones del pensamiento aristotélico en la enseñanza oficial, pero no en su lectura y estudio privado. En 1228, el papa Gregorio IX (1227-1241) advirtió por medio de una carta a los teólogos parisinos sobre las novedades y lamentó que algunos transformaran el sentido de las Escrituras en una filosofía de cosas naturales, ultrapasando los límites de los santos Padres en la interpretación de la Biblia, lo que era no solo frívolo, sino incluso ateo.
Pero, ni el nuevo pensamiento basado en Aristóteles o los judíos eran el mayor problema para la cristiandad de comienzos del siglo XIII, la principal cuestión eran los herejes, en especial los cátaros, valdenses y albigenses. Los cátaros, influenciados por los bogomilos orientales, enseñaban que había un doble principio del mundo, uno bueno y otro malo, y que la cristiandad de su tiempo se encontraba bajo el dominio del malo, además, negaban toda salvación mediante la jerarquía eclesiástica y los sacramentos.
Los albigenses por su parte, ubicados en el sur de Francia, contaban con el apoyo de la nobleza, debido a que se mezclaron tanto intereses políticos como religiosos. Esto desencadenó una intervención por parte del papa Inocencio III y el rey francés Felipe II Augusto (1180-1223) que desembocó en 1209 en una cruzada contra los albigenses que concluyó en 1229 con el tratado de Meaux. Dos años después, en 1231, con la intervención de la inquisición, el movimiento albigense comenzó a perder fuerza.
Otro aspecto importante de este periodo fue la aparición de las órdenes mendicantes, destacando el movimiento reformador de San Francisco de Asís (1181/82-1226), fundador de la Orden Franciscana en 1209, quien, basándose en el evangelio primitivo, recomendó imitar la vida austera y en comunidad fraternal de Jesús.
Santo Domingo de Guzmán (hacia 1170-1221), fue fundador de la orden dominica y fue una de las figuras que más luchó contra los albigenses para su conversión. Otros hombres de la Iglesia que procuraron convertir a los albigenses por medio de sermones y diálogos fueron el cisterciense Helinando de Froidmont (c. 1160-c. 1229) y el canónigo regular Jacobo de Vitry (antes de 1170-1240).
En relación con el ambiente literario de la época y comenzando con la situación de la Biblia, la lectura de la Biblia en lengua vulgar fue otro de los temas que la Iglesia lidió con ello, en el sínodo de Toulouse de 1229 falló una decisión en contra y esto fue confirmado por el sínodo de Tarragona de 1233, pero esto no fue seguido en muchas partes gracias a las numerosas traducciones al castellano o francés, así como en otras lenguas vernáculas, aunque los miembros de la casa real estaban exentos de esta prohibición. Es cierto también, que gracias a las controversias con los herejes como se ha visto, la Biblia fue cada vez más leída y comentada desde la celebración del IV Concilio de Letrán, elementos como el concilio, la doctrina de la creación buena pero corrupta por el pecado y la del valor de los sacramentos, adquirieron un importante papel en las interpretaciones de la Sagrada Escritura.
Respecto al estudio de la Biblia, dejando atrás las exégesis monásticas del mundo carolingio en el que eran los monjes los que estudiaban la Biblia y su posterior renacimiento con las órdenes surgidas tras la reforma, en este último periodo se abrió a su vez una nueva exégesis, la exégesis escolástica, cultivada en las escuelas catedralicias de ciudades como París, Laon, Reims o Chartres.
Finalmente, llegamos a la exégesis universitaria, propia del siglo XIII. Difundida por las recién fundadas universidades de París y Oxford, estas se convirtieron en los principales centros de estudios bíblicos, donde los métodos de investigación de la Sagrada Escritura fueron perfeccionados.
- Las biblias moralizadas
La Biblia de San Luis pertenece a un género de libros bíblicos creado en los scriptoria de París, destinado a las personas de la realeza, en un contexto en el que como hemos visto, el estudio de la Biblia alcanzaba su cenit tanto en las clases más altas de la sociedad como en los niveles más populares, por medio de los salterios, que era el libro más copiado e ilustrado, mediante los salterios los jóvenes aprendían a leer en las escuelas monásticas y en las familias de nobleza; además el salterio se convirtió en el libro devocional preferido.
La Biblia de san Luis forma parte de un grupo no muy numeroso de Biblias, anteriores a la custodiada en Toledo, conocemos dos anteriores a ella, una escrita en latín (Biblia moralizada de Viena 1179) y la segunda en francés (Biblia moralizada de Viena 2554), ambas se localizan en la Biblioteca Nacional de Viena y están inconclusas y son un único volumen.
De estas dos, la más antigua es la Biblia moralizada de Viena 2554, compuesta en la actualidad de por 131 folios, desordenados y algunos de ellos seguramente perdidos, abarcando desde Genesis 1, 1 hasta IV Reyes 4, 20.
La siguiente, la Biblia moralizada de Viena 1179, pese a no ser muy posterior a Viena 2554, difiere en muchos aspectos respecto a su predecesora, acercándose más a la posterior Biblia de san Luis, cambiando la disposición de los textos y las imágenes, algo que se mantendrá en el resto de Biblias moralizadas. En Viena 1179 se añadieron los libros I y II de Esdras, Job, Daniel, Tobías, Judit, Ester y I y II Macabeos del Antiguo Testamento, y el Apocalipsis del Nuevo Testamento. Esto hizo aumentar el número de folios a 266, de los que se conservan 246.
Ambas, con toda probabilidad, fueron hechas para personas de la realeza de la dinastía capeto de Francia, quizás para Felipe II Augusto y para su hijo y sucesor Luis VIII (1223-1226), siendo Viena 2554 destinada a la educación de Felipe II Augusto y Viena 1179 para la formación de Luis VIII.
Tras estas, tuvo lugar la confección de nuestra obra protagonista (como veremos en posteriores epígrafes), y posteriormente se siguieron realizando Biblias siguiendo el mismo modelo, como es el caso de la escrita en latín durante la segunda mitad del siglo XIII conservada en la Biblioteca Nacional de Francia y otras dos más, una en francés y una última bilingüe (francés y latín) durante los siglos XIV y XV, poniendo fin a este ciclo de libros bíblicos confeccionados durante el final de la Plena Edad Media y la Baja Edad Media.
Es importante mencionar que estos últimos ejemplares están más relacionados con las Biblias anteriormente citadas que con la propia Biblia de San Luis, apareciendo el nombre de “moralizadas”, denominación que se ha generalizado para definir a este grupo de obras. Esta expresión no aparece en ninguno de estos códices iluminados, sino en el prefacio de un pequeño grupo de manuscritos, copiados en el siglo XV, que contienen solamente textos en francés y rezan así: “Cy commence le premier libre de la Biblie moralisee translatee de latin en francois”, pero tampoco fue un término usado de forma general en la época, debido a que en la primera impresión del libro hacia 1477 en Lyon por parte de Julien Machot, no se le llamó “Bible moralisée”, sino “L´exposicion et la vraye declaracion de la Bible”.
Este tipo de ejemplares tenían unas características específicas: contaban con una doble narración (la narración del episodio bíblico y un comentario a este episodio), por lo que por medio de los acontecimientos expuestos en la Biblia y los comentarios realizados se daban las claves para entender las claves de la sociedad del momento.
Además, la narración de los textos bíblicos se muestra de forma poco fluida debido a la fragmentación de estos mismos, lo que hace necesario la presencia de los comentarios morales para comprender e interpretar los hechos. Esto hace que el texto bíblico quede subordinado al comentario, lo que genera una interpretación sesgada con relación al verdadero significado de la Biblia.
El diseño se estructuraba a partir de una cuadrícula que se repetía en los siguientes folios de estas biblias, con excepción del frontispicio. Dichas cuadrículas respondían a un esquema de dos columnas de cuatro filas de medallones, las cuales estaban alternadas o flanqueadas (según el manuscrito) por otras dos columnas de texto que se correspondían con las filas de medallones . Este tipo de disposición hacía muy visual el texto, lo que facilitaba su comprensión y su lectura desde una óptica más comparativa.
Esta tipología descansa en el seno de la naturaleza visual de las biblias moralizadas, siguiendo la base tipológica de la noción agustiniana de formal intellegendi, una forma de estimulación cognitiva que permitía a los espectadores medievales pensar con mayor profundidad a partir de un sistema de significados figurativos o alegóricos.
Claramente podemos observar que estos elementos forman parte de un carácter didáctico, por lo que se ha podido considerar a estas biblias ilustradas como un claro ejemplo de libro de instrucción para la realeza, funcionando como espejo de príncipes.
- Autoría: Blanca de Castilla
La infanta Blanca de Castilla (1188-1252), en el año 1200, hija de Alfonso VIII, rey de Castilla y de su mujer Leonor Plantagenet, partió de Castilla para casarse con el príncipe Luis heredero al trono de Francia e hijo de Felipe II Augusto. Pasarían veintitrés años, hasta que, en 1223, se produciría el ascenso al trono de Luis VIII, produciéndose también la coronación de Blanca como reina de Francia. Pero la prematura muerte de Luis VIII en 1226, tres años después de su coronación, la reina tuvo que asumir tanto la regencia del reino como la educación del heredero, su hijo Luis IX, quien por entonces contaba con 12 años de edad.
Conocido el apego que la reina Blanca tenía por la orden cisterciense, pero también mantuvo lazos con las órdenes mendicantes y realizó intercambios de regalos con casa franciscanas y dominicas, siendo esta última la predilecta por la reina, debido al origen castellano del fundador de la orden, Santo Domingo de Guzmán y la posibilidad de que tanto ella como su esposo le hubieran llegado a conocer en uno de sus múltiples viajes a París entre 1203 y 1221.
Según Branner, Blanca de Castilla se convertiría en la primera mecenas del siglo XIII, debido a los numerosos encargos de manuscritos iluminados, momento en que la escuela de miniaturas francesa, cada vez más próxima a los talleres parisinos adelantara a la inglesa. Y sería ella quien mandaría realizar Viena 1179 como obsequio para su marido e impulsó la promoción de las siguiente generación de Biblias moralizadas, la Biblia de san Luis y la copia de esta, la Biblia moralizada de Oxford-París-Londres.
La reina Blanca, durante su periodo de regencia, fue también participe de la controversia relacionada con la adopción de la filosofía natural y la metafísica de Aristóteles dentro del cristianismo. En el epígrafe destinado al contexto literario y cultural de la época, se ha mencionado una carta enviada por el papa Gregorio IX a los teólogos parisinos advirtiendo de la interpretación de la Biblia que estos realizaban, llegando a catalogar estas interpretaciones como ateas. Blanca decidió tomar cartas en el asunto e insistió enérgicamente ante la universidad en la estricta observancia de las instrucciones papales.
- La Biblia de san Luis, historia y descripción
Después de analizar y conocer el contexto en el que se desarrollan este tipo de Biblias y a su principal promotora daremos paso a conocer más detenidamente el recorrido histórico de la Biblia de san Luis como objeto central del estudio.
Como hemos visto, se conocen dos tipos de Biblias similares a la ubicada en Toledo, anteriores a ella, escritas una en latín y otra en francés, y conservadas ambas en la Biblioteca Nacional de Viena. A estos dos ejemplos se le suma un tercero, la conocida como Biblia de san Luis mucho más ambicioso, en tres volúmenes, que fue iluminada entre los años 1226 y 1236, cuenta con unos 750 folios iluminados a toda página, 6000 escenas bíblicas sobre un fondo de oro bruñido.
Concebida por la reina Blanca de Castilla para la educación de su hijo Luis esta fue finalizada para el año 1234, con motivo de la boda entre Luis y Margarita de Provenza. En él se presentan temas que habían aparecido en sus predecesoras, pero añade elementos relacionados con la coyuntura histórica de la tercera década del siglo XIII, como veremos con posterioridad.
De ella se realizó una copia entre los años 1235 y 1245, cuyos tres volúmenes se encuentran ahora físicamente separados y repartidos entre las bibliotecas de Oxford, París y Londres, es la antes mencionada Biblia moralizada de Oxford-París-Londres. Y a diferencia de sus predecesoras, y como copia de la Biblia de san Luis, la Biblia moralizada de Oxford-París-Londres, contienen prácticamente todos los libros de la Biblia. Es posible que la creación de dos copias tenga su origen en que a Blanca de Castilla le pudo parecer oportuno que Luis IX y Margarita de Provenza tuvieran su ejemplar cada uno.
Se teoriza con que la Biblia de san Luis llegó a Castilla como regalo en la boda de Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso X el Sabio y Blanca de Francia, hija de Luis IX de Francia, dicha boda se celebró en Burgos el 30 de noviembre de 1269. Otra hipótesis que se plantea respecto a la llegada de la Biblia a Castilla puede no ser tan loable, y es la fama que, desde el reinado de Fernando III, este se opuso a que los judíos llevaran en sus vestimentas el distintivo racial ordenado en el IV Concilio de Letrán, además de la relativa libertad que estos gozaban en Castilla.
Otra razón siguiendo un poco el hilo de la anterior es la fama que ostentaba la ciudad de Toledo desde el siglo XII como ciudad donde la magia y la astronomía florecían, fama que bajo el reinado de Alfonso X se vio agrandada por sus obras científicas o seudocientíficas que contaban con el apoyo de judíos. Estos ejemplos pudieron suponer el envío de la Biblia para la educación de Blanca y se alejase de ese camino, tan diferente al que había tomado su padre Luis.
Pero la primera referencia histórica que tenemos sobre la Biblia de San Luis se encuentra en el segundo testamento del rey Alfonso X el Sabio, fechado el día 10 de enero de 1284 en Sevilla, tres meses antes de su muerte, acaecida en dicha ciudad el 4 de abril. En el testamento se menciona a una Biblia, que había llegado al monarca castellano como regalo personal de su pariente, el rey Luis de Francia. La Biblia es descrita como compuesta de tres libros, es decir, tres volúmenes y toda ella “historiada de dentro”.
Siguiendo la voluntad de Alfonso X, la Biblia nunca debía ser donada a ninguna persona o institución, por alta que esta fuera, sino que debía siempre estar vinculada a la propiedad de la persona que ejerciera la plenitud del poder real en Castilla. El motivo se deduce debido a la gran riqueza de la obra, realizada expresamente para reyes y no podía pasar a manos de alguien que no ostentase una condición inferior a ella.
Este deseo del rey castellano a la vista está que no fue respetado y parece que su heredero, Sancho IV, fue quien donó la Biblia a la Catedral de Toledo, como muestra de agradecimiento a la iglesia toledana por parte del rey a su causa, esto es una hipótesis plausible debido a que se tiene constancia en un inventario anterior al 1350, de la presencia de: “una Biblia muy buena con cubiertas blancas enleuadas e con cerraduras de orofres guarnidas de plata esmaltada”, aunque el inventario no especifica que sea uno o tres volúmenes.
Otra hipótesis con el que cerramos este recorrido histórico de la Biblia de san Luis, es que con el desmantelamiento de la Capilla de Santa Cruz (lugar de enterramiento de Sancho IV) para la construcción de la Capilla de los Reyes Nuevos bajo el pontificado de Cisneros en 1498, fue el momento en que la Biblia paso al Tesoro de la Catedral de Toledo, como atestigua el inventario de 1504, poniendo en duda que la Biblia mencionada en el inventario anterior de 1350 fuera la Biblia de san Luis si esta formaba parte del ajuar funerario de Sancho IV.
Ya centrándonos en la descripción interna de la Biblia de san Luis, conformada por casi 2500 glosas, esta es hasta cierto punto una Biblia completa, contiene desde el Génesis hasta el Apocalipsis, casi todos los libros bíblicos, es entre las biblias moralizadas la primera completa, faltando solo los Libros de Crónicas, el Libro de Baruc y los dos libros de los Macabeos.
El orden que sigue la Biblia de san Luis fue el establecido a comienzos del siglo XIII en la recensión parisina de la Vulgata: Gn – IVReg, I-II Esr, Tb, Idt, Est, Iib, Ps, Prv, Ecl, Ct, Sap, Sir, Is-Dn, Os-Mal, Evv, Act, Epp, Pauli, Epp. Can, Apc. Antes del siglo XIII solo existía un marco general con las siguientes características: división en Antiguo y Nuevo Testamento, comenzando el Antiguo con el Génesis y el Nuevo con los Evangelios, pero dentro de ese marco muchas variaciones eran posibles en cuanto al orden de los libros.
Todo el universo, Dios, ángeles, demonios y hombres y toda la vida humana esta significada en esta Biblia. La variedad de significados supera la de las enciclopedias y diccionarios de aquel tiempo, tomando de base la Biblia de san Luis se podría componer un manual casi completo de las alegorías medievales.
El texto bíblico en la Biblia de san Luis se presenta en estrechas columnas longitudinales, divididos en cuatro conjuntos de párrafos latinos que se distinguen entre si porque van encabezados por una letra capital roja o azul. Además, cada uno de los cuatro bloques de texto se encuentra relacionado entre sí, ocupando puestos impares o pares, en caso de los impares, son textos tomados literalmente de la Biblia Vulgata Latina, que en ocasiones son retocados por los redactores, esto como hemos visto en el epígrafe en el que analizábamos las biblias moralizadas como grupo es algo muy común en ellas. Otro rasgo es que a veces se repiten versículos, lo que nos puede llevar a indicar que la Biblia de san Luis, era una obra en estado de formación, todavía no perfecta. Esto lo podemos observar en el Génesis, en el relato de la creación la división en siete días, solamente el día séptimo se menciona explícitamente o faltan las listas de generaciones de Adán, Caín y Seth, probablemente por su poca utilidad. En otros libros sí que encontramos la casi totalidad de los textos: el Cantar de los Cantares, las Lamentaciones o el Apocalipsis, mientras que de otros solo se citan unos pocos versículos y en el libro de los Salmos, aparecen los 150, pero en general solo se citan el titulo y el primer versículo de cada uno.
Los Evangelios son un caso más particular, en la Biblia de san Luis estos no siguen los cuatro evangelios canónicos, sino una armonía o historia evangélica que construye, en base a los cuatro evangelios una vida de Jesucristo, siguiendo el modelo presentado en el Diatessaron de Taciano (siglo II) que tuvo una gran acogida en el siglo XII. En el caso de la Biblia de san Luis, la historia evangélica comienza con la historia de Zacarías, Isabel y Juan Bautista, llama la atención que no se recoge el pasaje del sermón de la montaña y todas las parábolas de Jesús.
Los de la posición par, no proceden de la Biblia, sino que son textos teológicos en forma de glosas. Estos textos son comentarios realizados bajo la formulación de moralización, que interpretan de forma simbólica los contenidos doctrinales de la Biblia, mediante el modelo del cuádruple sentido de la exégesis escriturística, tomando como base la alegoría. Mediante estos comentarios se intenta extraer las enseñanzas prácticas para la vida de los hombres, tanto para la formación espiritual del alma cristiana como para las acciones sociales dentro de la vida cotidiana.
- La función y pretensión de la Biblia de S.Luis
Si bien estamos ante una biblia moralizada y ya hemos analizado lo que eso conlleva en las obras de dicho estilo, en este apartado nos centraremos más en la propia Biblia de San Luis y en los temas que más destacan relacionadas con el contexto de su época.
Al igual que sus predecesoras, la función de la Biblia de san Luis cuenta con un carácter didáctico e incluye en su contenido imágenes y temas que habían aparecido tanto en la Biblia moralizada de Viena 1179 y la Biblia moralizada de Viena 2254 como era el caso de la reprobación de los judíos y sus prácticas o la denuncia de movimientos heréticos como el catarismo.
Respecto a los judíos, la Biblia de san Luis les reprocha no haber dado el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, tomando de ejemplo a Zacarías cuando se quedó mudo por no creer en las palabras del ángel, el comentario dice lo siguiente: “significa que los fariseos según la ley que no creían en el sentido espiritual de la ley permanecen mudos para la alabanza de Dios”.
Parece ser que esta reprobación y critica a sus prácticas reflejada en las Biblias moralizadas tuvo sus frutos en los diferentes monarcas franceses de la época, Felipe II Augusto, expulsó a los que no se quisieron convertir y confiscó sus bienes en 1182, aunque años después les permitió volver con la condición de pagar una alta cantidad de dinero.
Sin embargo, Luis IX, desde el comienzo de su reinado intensificó la política antijudía de su abuelo, ejemplos de esta política es el caso de Nicolás Donin, quien se convirtió al cristianismo y envió a Roma una lista de incriminaciones contra el Talmud, lo que hizo que el rey confiscara en París escritos rabínicos y el Talmud, en lo que se conoció como la Disputa de París de 1240. Otro caso de esta política antijudía fue dos años después de los sucesos de la Disputa de París, cuando tras una disputa entre judíos y cristianos, fueron quemados el Talmud y otros escritos judíos. Estos ejemplos nos muestran cómo es posible que esas influencias que Luis IX pudo recibir en su educación mediante la Biblia de san Luis pudieron ser determinantes a la hora de llevar a cabo su política antijudía, que como hemos visto, las acciones contra los judíos estaban viéndose incrementadas desde el IV Concilio de Letrán.
Otra muestra de esta influencia antijudía puede ser atribuida al “regalo envenenado” que pudo significar la Biblia para Blanca de Francia como regalo de boda. Como ha sido mencionado, en Castilla, la reprobación a los judíos no fue tan vehemente como en Francia y es posible que la Biblia fuera regalada a Blanca para que, leyendo la Biblia y los comentarios moralizantes de esta se “protegiera” de los judíos o los astrólogos que proliferaban por Castilla y eran protegidos por su rey Alfonso X, un rey, que irónicamente terminó poseyendo dicho libro. Contra los herejes la Biblia también sigue la línea de sus predecesoras, no deja muy claro a que herejía se refiere, pero se menciona de la siguiente manera en Is 15, 1: “Moab nasçido de inçestu e de noche conçebido significa los hereges auctores que levantan nuevos sesos en la letra”. También encontramos nuevos aspectos como la representación de las órdenes mendicantes que, como hemos visto en el epígrafe del contexto, habían aparecido a comienzos del siglo XIII como movimiento de reforma frente a la jerarquía sacerdotal.
Esta representación de las órdenes mendicantes puede venir por parte de la influencia de estas en la corte francesa especialmente en la década de 1220. Como se ha mencionado en el epígrafe dedicado a Blanca de Castilla es de sobra conocido el apego que la reina tenía por la Orden del Cister y como se ha dicho mantuvo relación con órdenes mendicantes tales como la franciscana y dominica con la que realizó intercambios de regalos y pudo llegar a conocer al fundador de los dominicos Santo Domingo de Guzmán Esta relación entre las órdenes mendicantes y la realeza francesa, afianzada durante las primeras décadas del siglo XIII, se vio incrementado con la subida al trono de Luis IX de Francia, que, durante su reinado, los tres confesores conocidos que tuvo, los tres pertenecieron a diferentes órdenes, los dos primeros fueron dominicos, Godofredo de Beaulieu, que además de confesor era capellán regio y Guillermo de Chartres, ambos fueron biógrafos de Luis IX y el tercer confesor perteneció a la orden franciscana.
Pero el ámbito espiritual no fue el único en el que los frailes fueron cercanos al monarca francés, también formaron parte del gobierno del reino mediante contribuciones teóricas enfocadas a frenar la intromisión de la jerarquía eclesiástica en el poder regio. Por lo que es posible que la presencia de las órdenes mendicantes en la Biblia de San Luis refuerce la teoría de ese fortalecimiento de las órdenes en el seno de la realeza francesa.
Parece interesante ver como san Luis interioriza uno de los temas más importantes de su Biblia moralizada, como es el rechazo de la vana curiosidad por las cosas de este mundo, esta vana curiositas, tema que también aparece en los primeros ejemplares de las biblias moralizadas.
Otro ejemplo de esto es el problema del rey sabio, mostrado en Is 11, 7-8 “El león comerá paja como el buey”, lleva esta interpretación al extremo aplicándola a los príncipes y se interpreta de la siguiente manera: “Esto significa quel príncipe deste siglo e los simples contentos de la sobrefaz de la estoria no entienden el trigo y el meollo del seso de dentro”. El problema del rey sabio, según teólogos de finales del siglo XII como Philipus de Harvengt (c. 1100-1182/83) consideraban al príncipe como hombre sabio y letrado dotado también del don de revelar la sabiduría de la Sagrada Escritura o Juan de Salisbury (1115-1180) quien considera: “Un rey iletrado es casi como un asno coronado”. Pero recordemos que la Biblia de san Luis fue realizada hacia la tercera década del siglo XIII, por lo que es posible que la interpretación que se quería dar era diferente, viniendo a decir que pese a ser el rey de Francia, este seguía siendo un laico más que para poder alcanzar la inteligencia espiritual y la sabiduría, necesitaba de la ayuda de aquellos que conocían la Sagrada Escritura.
Por último, mencionar la influencia que tuvo la Biblia de san Luis como ejemplo de la recesión parisiense, el adoptar este nuevo sistema como hemos visto sirvió para unificar un modelo de ordenación de los textos bíblicos que hasta el momento venía siendo algo escaso y muy libre, exceptuando la ubicación del Génesis y el Apocalipsis.
- Conclusiones y valoraciones finales
A modo de conclusión se puede argumentar con cierta consistencia que la Biblia de san Luis fue el cenit dentro de las biblias moralizadas, tanto por su contenido bíblico (casi
la totalidad de los libros bíblicos), como por su aspecto artístico de exquisita factura, pero este último, no es parte de nuestro estudio.
La presencia prácticamente de la Sagrada Escritura permitió el uso de la recesión parisiense, que unificaba la ordenación de los textos bíblicos, algo que hasta la fecha de realizaba de una forma muy libre, solo manteniendo su posición los libros del Génesis y el Apocalipsis. Siguiendo los modelos de sus predecesoras en los temas que trata para la educación regia: las posición sobre los judíos o sobre las herejías, la cuestión del rey sabio o el rechazo de las cosas banales, pero Biblia de san Luis amplía sus miras representando a las nuevas órdenes mendicantes surgidas a finales del siglo XII y comienzos del XIII, por lo que es hija de su tiempo y trata cuestiones de su época. Pero por diferentes sucesos históricos que hemos apreciado a lo largo del estudio, la Biblia de san Luis no siguió usándose para su función original quedando relegada a formar parte de un ajuar funerario y después pasar al Tesoro catedralicio de Toledo y quedando en el olvido durante muchos siglos hasta rescatarse en el siglo XX y poco a poco se está volviendo a poner en valor y ser considerada como una de las piezas más destacadas de la cristiandad.
Aunque desde el punto de vista literario no supusiera una gran revolución, si significó el auge de las biblias moralizadas por lo que dentro de este ámbito literario medieval sí que podemos hablar del mejor ejemplo de esta tipología y, gracias a la recuperación y el dar a conocer la obra poco a poco se podrá conocer más sobre ella y en un futuro podrían darse nuevos estudios sobre la Biblia de san Luis.
Para finalizar, a modo de resumen, la Biblia de san Luis nos puede servir como elemento esencial para comprender más sobre las biblias moralizadas que fueron tan destacadas en las décadas finales del siglo XII y primeras del siglo XIII y como estas formaron parte de la educación regia e influyeron en los diferentes reyes que fueron instruidos con ellas.
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